viernes, 27 de agosto de 2010

Ángel

-Nunca había pagado por sexo- dijo, mientras encendía un cigarro y la contemplaba ahí, hermosa y desnuda.

-Todos pagan de alguna forma-le respondió, quitándole ese tubo de tabaco de entre las manos-algunos con amor, confianza, compañía…- lo posó sobre sus labios rojos y exhaló una inmensa bocanada de humo-En fin, todos pagan. Sólo que esta vez te tocó hacerlo con dinero- Le devolvió el cigarro.

Por alguna razón, la cocaína no les había hecho efecto. Un resto de polvo quedaba en una pequeña bolsa plástica sobre el velador que estaba al lado izquierdo, el lado de ella. Sobre la madera aun se veían rastros de dos líneas, como una pista de doble vía camino a ninguna parte. Y ahí, un grupo de billetes apilados.

- Pero en ese caso pagarías amor con sexo, también, o ¿no?-

-Es siempre la misma mierda. Por lo que quieras debes pagar. Trabajas todos los días para recibir algo que crees que mereces, vienes y gastas tu dinero conmigo, y yo pienso que lo merezco. Si te enamoras lo único que haces es pensar que le pagas con la misma moneda a la otra persona, que mereces lo que recibes, hasta que te das cuenta que nunca fue así, que en algún momento uno de los dos quedó sin tomar lo que buscaba- su desencanto por la vida era enorme, a pesar de su corta edad. ¿Tendría cuántos? ¿Unos 20 o 22 años?-

-¿Crees que es tan cruel la vida?-y tomó el cenicero que se encontraba de su lado, apagando lo poco que quedaba del cigarro.- ¿Acaso alguna vez te has enamorado?

-Jajajaja- rió estrepitosamente- aprendí a no enamorarme hace mucho. La vida es mucho más cruel de cómo te la planto, la verdadera vida. No lo que tu haces. Enfundarte y esconderte en cuatro paredes hasta que tus ojos lagrimean, hasta que la sangre se concentra en tu trasero esperando el milagro de la muerte para que todos tus problemas acaben.- Había quedado mirando fijamente una mancha en la pared de la habitación. Era el motel más barato que habían encontrado.- ¿Y tú? ¿Te has enamorado, acaso?

-No sé, no es algo que hable con…-pensó lo que diría durante unos segundos.-

-¿Con una puta?-lo interrumpió, sonriendo.

-Con una desconocida- respondió- Ni siquiera sé tu nombre-esperando una respuesta, sabiendo que nunca se lo daría, que ella no quería que supiese con quien había dormido esa noche.- Una vez, hasta hace seis meses.-lanzó su cuerpo hacia atrás y posó su espalda en el respaldo de la cama.-Duró 3 años, pero al final no funcionó. Creo que ni mi compañía, ni mi amor, ni nada servía para pagarle. Quizás esta estupidez sea tan cruel como dices-dándole la cara, con una mueca en su rostro.

Se levantaron .Ambos se vistieron sin hablar, sin mirarse a los ojos. Él no quería ofenderla con su dinero, no quería denigrar sus besos, sus caricias. Había recibido más que un cuerpo, había recibido el alma de otra persona. Se dio cuenta que no hay nada mas vulgar que intentar comprar la esencia de otro. Puedes comprar su apariencia, su existencia física, pero jamás lograras alcanzar a rozar su espíritu con caras impresas. Ella tampoco lo quería, no lo merecía, había encontrado otro tipo de angustia, una que hace que te odies a ti mismo por tratar de escapar de la monotonía sin tener los cojones para hacerlo, siendo un cobarde que se queja del ser y se da cuenta que siempre fue, siempre ha sido y siempre será, y continúas quejándote sin romper el espejo. Pero sin embargo notó una esperanza imbécil en los ojos de él mientras hacían el amor, un brillo que sin motivos logró despertarla de la abulia. Había sido pagada.

Se detuvieron ante la puerta de la casucha. Ella llevaba los restos de la droga en una mano y en el otro los billetes que había retirado del mueble.

-Esto va a matarnos algún día- apuntando el polvo blanco. Luego se acercó a él y lo besó, puso sus manos sobre sus hombros, luego las deslizó hasta su cara. Ambos cerraron los ojos, sólo sintiendo los labios del otro. Se detuvieron, quedando frente a frente, observándose. Puso el dinero en el pantalón de él sin que lo notara y tomó su mano. Salieron y se quedaron mirando la carretera.

-Me llamo Ángel-dijo.

Él sacó una cajetilla del bolsillo, ofreció uno a su acompañante y sacó uno para sí. Lo encendió y lanzando círculos al aire le dijo:

- Gabriel.

Ella se alejó en la niebla de la noche. Arrojó la bolsa blanquecina sobre la acera. Él la miró desde la puerta de ese antro hasta que perdió de vista su figura en la oscuridad escuchando el sonido de sus tacos contra el asfalto. Acabó el cigarro, lo tiró al suelo y pisó los restos.

Nunca más volvieron a verse.


miércoles, 18 de agosto de 2010

Bebida

Hay que tener mucho cuidado con el alcohol.
A veces se está demasiado sobrio como para escribir y otras demasiado
 borracho como para posarse frente a una máquina.


lunes, 16 de agosto de 2010

Fiebre

Tuvo que rodearla para llegar hasta ella, pues la maldita urbanización había alcanzado ya estos lares de verdes prados y la había transformado en una parte más de la violenta ciudad.

Se acercó con una botella en la mano y tambaleándose. No sé si por el exceso de alcohol o por el exceso de recuerdos .Caminó y llegó al umbral de esta vieja casa campestre, derruida, como su espíritu, por el paso del tiempo. Intentó contener su cuerpo en el aire, cayendo de bruces contra la entrada, despertando por un instante de su sopor.

Se levantó rápidamente, sacudiendo los malos espíritus. Buscó alguna llave o algo como penetrar esa puerta llena de moho, de humedad. Alguna forma cómo violar la madera putrefacta de este refugio, de su antiguo refugio. No encontró nada. Entonces fue que forzó la chapa y entró. Fantasmas de su memoria habitaban el lugar, podía sentir los pasos, la música, el amargo olor a cerveza derramada, a licor barato, a cigarro. La fiebre y la locura que causa todo lo anterior junto y la falta de alguien a quien le importara lo que sentían.

Entonces la contempló, ahí, mirando sin saber qué hacía en ese momento. Pero él si sabía, venía por él, venia a buscarlo. Y aunque no se conocieran, ella se encontraba ahí para llevarlo lejos y sacarlo de este mundo, extender sus alas y escapar de todo ese lodo en el que se encontraba, y aunque sea por unos instantes, sentirse valorado, lejos de la vida, de la grisácea sociedad, de los dimes y diretes, de la eterna duda.

Se acercó a la chimenea y se afirmó en el borde, miró los restos de madera seca, hojas, poemas y sueños que quemaban para no morir de frío ni de soledad en las noches. Podía rememorar esa melodía de blues grasoso, de tristeza. Se dejó llevar por el oído y subió la escalera, pisando cada peldaño, escuchando el crujir de la madera, para él, mucho más fuerte que antes, pero quizás el pasar de los años le había jugado una mala pasada.

Las manchas de sangre seguían demostrando que después del incidente nadie había pisado esas tablas en mucho tiempo. Pasó por el baño, con su puerta aun en el piso y esa maldita gotera que les impedía dormir por las noches .Cuando intentaban dormir, cuando el humo de los inciensos y los alucinógenos no les servían de cuna ni les arropaba como nunca alguien lo había hecho. Entonces el seno materno lo cambiaba por el de ella, y dormía sabiendo que mientras estuviesen ahí nadie les molestaría, pues todos pensaban lo mismo y sentían las mismas cosas en el pecho cuando pensaban en retornar a sus hogares ¡ HOGARES!...para ellos ese era su hogar y el lugar de donde provenían no merecía que lo llamaran así.

Cruzó el pasillo y llegó al dormitorio. Entró, se sentó con la espalda en la pared, al lado de esa cama de bronce, aun con sabanas manchadas con sudor, con el sudor de ellos dos. De un sorbo bebió la mitad del whisky que llevaba, pero no tenía el mismo sabor de antes, de esos tiempos. Ese sabor de “siempre estaremos juntos”, ese sabor de amor juvenil, de sentir el jadeo incesante del otro mientras se besaban. Ahora sabía amargo, agrio, podrido como su alma. Un sabor que no quería sentir, pero sin hacerse caso, con un instinto auto flagelante, lo seguía bebiendo, con esa nota perfecta llamada silencio como telón de fondo de su incesante agonía.

Por la ventana se colaba algo más que el viento, se colaban los recuerdos, entonces un aullido de pistola destruyó la macabra sinfonía, el whisky se mezcló con la sangre y la mano suicida la sostenía aun humeante.

No había nada que hacer, ella ya no estaba.






viernes, 13 de agosto de 2010

Así Nací.

"La vida es una bestia estúpida"  
                                   Stella Díaz Varín.
Era un hombre solo, si, solo .Solo en un bosque, solo en el mundo, solo en la nada. Un animal me perseguía, un animal feroz de esos que tú conoces. Dientes afilados, grandes ojos brillantes, unas inmensas garras de acero que quebrarían mi espina, y un fétido aliento.

Como dije, me perseguía. Yo corría, escapaba de sus fauces, me escondía para no ser devorado. Me oculté tras una araucaria, este gran árbol milenario me refugiaba. Pero la bestia seguía, no se detenía. Su mirada estaba cansada, ya se encontraba hastiado de esta persecución sin sentido, pero su estómago sonaba. El hambre era más fuerte y no hay nada peor que las bestias tengan apetito, ni las lluvias de sangre y fuego.

Por compasión salí de mi escondite. Le lancé mi brazo y él lo devoró, pero su vista decadente nunca cambió, seguía siendo un miserable, éramos dos bestias miserables donde una se entregaba por compasión a la otra. Le arrojé mis piernas y de una sola mordida las engulló.

Observándonos, maldito con maldito, paria con paria, mi compasión mutó a lástima. Podía sentir el reflejo de mi desdicha en la imagen de ese ser irracional llevado por su instinto. Entregué lo que quedaba de mi, torso, un brazo, y toda mi decencia, condenándome para siempre en su existencia. Y así fue como nací.

Hoy leí a Bukowski

Hoy leí a Bukowski en cierto lugar.
Uno que tal vez no recuerdes y nunca quisiste que te perteneciera.
Hoy leí a mi buen amigo junto a una maquina asesina.
Junto con el olor a marihuana que llegaba hasta mí.
Hoy lo leía pensando en nosotros.
Descubrí que el aroma venia de una pareja, ¿sabes?
Mía fue la sorpresa al verlos subir,
alucinando el uno con el otro.
Hoy leí a Bukowski donde te besé por primera vez.
o al menos eso creía hacer.
El mismo idiota de hace mas de dos años se acercó
Me despertó del letargo con la estafa de siempre.
Le di dos monedas y se fue.
Intenté volver a pensar en el fantasma que nunca fui, que nunca seré.
Hoy leía a Bukowski solo y alucinando,
con la boca reseca y mi mirada temblorosa.
Sabes tan bien como yo que no te amé, es un paso más que eso,
Un amor con sabor a cerveza, un retroceso.
Ya no podía seguir, me levanté
 tomando el camino opuesto a esa vez.
Lo recuerdo todo, es extraño, lo sé.
Me pregunté ¿después de eso qué pasó?
Sabemos que cada uno fue feliz
Pero era contigo con quien quería serlo.
Hoy leí a Bukowski y me di cuenta que aun pienso en ti.



Saludos y reverencias.

Saludos y reverencias.


Estimados (solo como apelativo, pues quizás no lo estime):
He decidido adentraros un poco en lo que  trata este blog, o de lo que intenta ser: sólo un reflejo de las reflexiones y pensamientos de cierto personaje, de  cuyo nombre no quiero yo acordarme,  que sin mas reparos a preferido dejarlos al descubierto tan solo como acto liberador y hasta, expiador de culpas.
Sin mas mayores motivos, lean lo que quieran, comenten lo que quiera (nutritivamente, claro está)
y hagan lo que quieran con sus vidas.
Yo me despido siendo un idiota más. En este caso, con blog.