sábado, 18 de septiembre de 2010

El espejo


“Mira el espejo " ,dijo mi amada.
“Mirémoslo ambos que en él no hay tiempo.
 Atrapemos nuestras almas en su reflejo”.

Lo observé pensativo,
la idea me punzaba .
Pero congelarnos por siempre sería
el mayor acto de cobardía.

“Te amó”, le grité con un murmullo en el oído.
“Te amo, pero quiero hacerlo cuando se me hace difícil,
  cuando el reloj nos devore los huesos
  y convierta en polvo tus cabellos.

No quiero, amante y compañera,
darle a escoger al destino
una decisión por derecho nuestra,
pagada con la culpa del nacimiento”.

“ No me toques” , lloró
“Hazme el amor frente al espejo,
guardémoslo para siempre en su reflejo “

“! Jamás ¡
Quiero nuestro amor mundano,
verte amanecer llorando,
que sufras como sufro
cuando te apartas de mi lado.

¿No comprendes que la eternidad sería
un pacto suicida continuando con vida?”

La mujer se abalanza contra mi pecho,
rompe el maldito espejo en  cristales de desierto,
de fría arena, en oscuro cemento.

Rasga sus brazos con ellos,
vierte el jugo de sus venas.
Se acerca a mi cuello con las muñecas colgando,
hace rodar  manzanas por el suelo,
y con un último aliento exhalo :
“ amante mía, ya no te quiero “


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