viernes, 8 de octubre de 2010

Los labios del perro


Cómo no confundir la voz del perro
en los labios de un niño.
Cómo no dar cuenta de que somos
la deformidad del mundo.
La degeneración del tiempo,
el espacio llano  y recto.
Un vino podrido, ácido en los oídos.

Teníamos poco que decir,
así que nada dijimos.
Mirarnos y actuar,
tu en mi papel y yo en el tuyo.
A veces jugamos a ser uno mismo.

Ahí están de nuevo, los ebrios vomitando penas.
Estuvimos mas allá de eso,
mas allá de  mi muerte.
Éramos la nada, nada que nos violó
dejando una mancha negra y grasosa.
Apestosa mancha bajo la piel.

Así aprendí que los santos no tienen alas,
que beben aguarrás de las venas del diablo,
que eras un ángel con una aguja en el brazo izquierdo
y un cuchillo ensangrentado en el derecho.

No quiero que creas que tengo sentido,
no quiero que me reflejes en lo que escribo,
no quiero que encuentres la luz como cuando lo hicimos.

Demasiado hiriente  para ser puta,
demasiada puta para ser mía.
Confundo a los perros con niños.
Sus ladridos y sus llantos.
Vuelvo a oír los ladridos,
la risa de una niña.
Demasiado puta para ser mía.
Demasiado puta para ser mía.



sábado, 2 de octubre de 2010

Anti Manifiesto.


¿ Y si no escribiera?
Estaría muerto por una bala perdida.
Fumaría opio en una escopeta.
Volvería a las blancas cárceles,
a las blandas paredes que extraño.


¿ Y si no escribiera?
El mundo seguiría tal cual en su eje .
Leería los poemas de siempre.
Sería un cobarde y no una pluma mediocre mas.

¿ Y si no escribiera?
Vomitaría bilis roja ,
pensando que con ella extinguiría el fuego,
sin saber que continúa ahí dentro.

¿ Y si no escribiera?
Sería la sombra de mi sombra.
La saliva de las ranas
que no quisieron ser besadas.
Habitaría el punto medio entre vida y muerte
y no les sería infiel a cada uno de ellos.

¿ Y si no escribiera?
Me equilibraría sobre alfileres,
apagaría cigarros en mi brazo izquierdo.
No despertaría rompiendo espejos
para saber si estoy en sueños.

¿Y si no escribiera?
Sería tan vulgar como hoy,
mientras los personajes que no invente
vendrían a asesinarme cual vendetta por no darles vida.

¿ Y si no escribiera?
¡Dime tu lo  que pasaría!
Si no escribiera quizás nunca me sonreirías
y eso es lo que me invita a seguir.


lunes, 27 de septiembre de 2010

No voté por Allende.
No estuve en el 73.
No me llevaron los milicos.
No desaparecí por pensar.
No luché en los 80.
No opté ni por el "No", y menos por el "Si".
Nací con esta fonda armada.
Entonces; ¿ Quién chucha puedo ser ?

sábado, 18 de septiembre de 2010

El espejo


“Mira el espejo " ,dijo mi amada.
“Mirémoslo ambos que en él no hay tiempo.
 Atrapemos nuestras almas en su reflejo”.

Lo observé pensativo,
la idea me punzaba .
Pero congelarnos por siempre sería
el mayor acto de cobardía.

“Te amó”, le grité con un murmullo en el oído.
“Te amo, pero quiero hacerlo cuando se me hace difícil,
  cuando el reloj nos devore los huesos
  y convierta en polvo tus cabellos.

No quiero, amante y compañera,
darle a escoger al destino
una decisión por derecho nuestra,
pagada con la culpa del nacimiento”.

“ No me toques” , lloró
“Hazme el amor frente al espejo,
guardémoslo para siempre en su reflejo “

“! Jamás ¡
Quiero nuestro amor mundano,
verte amanecer llorando,
que sufras como sufro
cuando te apartas de mi lado.

¿No comprendes que la eternidad sería
un pacto suicida continuando con vida?”

La mujer se abalanza contra mi pecho,
rompe el maldito espejo en  cristales de desierto,
de fría arena, en oscuro cemento.

Rasga sus brazos con ellos,
vierte el jugo de sus venas.
Se acerca a mi cuello con las muñecas colgando,
hace rodar  manzanas por el suelo,
y con un último aliento exhalo :
“ amante mía, ya no te quiero “


sábado, 11 de septiembre de 2010

A la mujer de mis sueños

A la mujer de mis sueños
le pido cada mañana
que despierte mi alma en pena
con besos y cuchilladas.

A la mujer de mis sueños
le regalo jardines flotantes,
hojas de olivo y sal en copa
para que la vierta en sus mares.

La mujer de mis sueños
me hace llorar al contemplar
sus rapsodias sin palabras,
las rosas negras de su mirar.

A la mujer de mis sueños
le construí un castillo de cartas.
Para vivir entre picas y diamantes,
entre tréboles y corazones.

A la mujer de mis sueños
le ruego que desvele y proteja mi inconsciencia.
Que con besos  y caricias la defienda
de los demonios de la tristeza.

A la mujer de mis sueños
le tatúo versos en las pestañas,
mientras sus lagrimas bebo,
arrancando sus párpados a estocadas.

La mujer de mis sueños
se entrega en la oscuridad secreta.
Tan secreta que ni ella ni yo lo sabemos
y esperamos en vela un amanecer.

A la mujer de mis sueños
le hice prometer
que nunca escaparía de  ahí.




viernes, 3 de septiembre de 2010

Hijo de Puta

Bebía birra en la barra del bar de mala muerte que habíamos acordado. Bebía un vaso tras otro, como el agua que se le da al moribundo, como última plegaría antes de partir. Había perdido la cuenta después del séptimo u octavo trago. Luego de eso la sensación es siempre la misma: como si tu cerebro fuese mas grande que tu cabeza y el universo se confabulara para girar en torno tuyo como planetas al sol. Sin embargo, me gustaba. Se sentía más confortable caminar en línea recta cuando el mundo te da vueltas que caminar del mismo modo cuando la galaxia te hace la tarea más fácil.

Como dije, esperaba aquí, un vaso tras otro, así se había acordado. Aquí llegaría el mensajero del “Negro” a cobrar su paga. ¿Le debía cuánto?, unos 400 o 500 mil pesos, dinero que necesitaba para…para bueno, ¡para lo que necesitara el dinero no es problema tuyo, imbécil!

Llevaba en el bolsillo izquierdo del pantalón la plata que debía, mientras en el otro llevaba el dinero para beber, y justo en el medio, entre los dos bolsillos, una calibre 22 en caso de que el mensajero no respetara el acuerdo, mal que mal, así son las verdaderas leyes.

Pedí otro vaso más. A mis espaldas estaba la puerta de entrada. Hoy no había mucha concurrencia. Un par de mesas estaban vacías junto al acceso, con dos paredes acechando como dos caudillos en la entrada de un castillo, manchadas por los rayados de los perdedores como yo que frecuentaban ese lugar.

De pronto sentí unos pasos que se detuvieron en la puerta. Estuvieron quietos un rato, luego una voz dijo:

-¿Dónde está “El lobo “?- Me gustaba fastidiar a los matones. No sabría explicarlo, pero era un placer que corría por mi espina mientras hacía que se sulfuraran aquellos seres supuestamente superiores.- ¿Está aquí?- Repitió. Luego se volvieron a escuchar pasos, pero esta vez mas cortos y pararon luego de unos segundos.- ¿Dónde esta ese güeón?- Yo continuaba de espaldas a la puerta.

Se escuchó un cuchicheo. Era un hombre cobarde el que hablaba, como la mayoría de los que ahí estaban. Hablan tan solo porque se les apunta en la cabeza. Yo ya no era así, ya no le temía a la muerte, la vida ya era demasiado cruel para temerle. Seguramente el idiota le dijo donde estaba, acabando con el juego- ¡Oye tu, el de chaqueta negra!- Ese era yo, pero solo por molestar me haría el sordo hasta que se sentara a mi lado, mientras tanto terminaría mi bebida.-A ti te hablo, güeón. Hijo de puta. - Había algo que nunca toleraría; eso era que me sacaran la madre. Yo sabía perfectamente quien era, era realmente lo que se podía llamar un “hijo de puta”, pero mi madre no era una perra, ella no tenia la culpa de lo que me convertí. SI había alguien a quien debiesen culpar, ese era yo, yo era el maldito.

Tomé el vaso, me volteé y lo arrojé contra la pared. Se rompió en una hermosa lluvia de cristales que dejó atónitos al resto de los presentes. El matón me seguía mirando, mi metro y 90 centímetros no le entregaban mucha confianza, mientras mis brazos gruesos, llenos de pelos y tatuajes, me hacían ver aun más grande. Por algo me decían "el lobo", pues al amparo de la luna mis presas caían fácilmente.

Me acerqué sin que pudiera prevenirse, lo arrojé contra una de las paredes laterales a la entrada y posé mi antebrazo en su cuello. Saqué mi pistola de su escondite y se la puse en los huevos. Había aprendido ,con el tiempo, que los hombres le tememos mas a perder los testículos que a la muerte, quizás sea algo instintivo, algo que tenga que ver con la conservación de la especie, pero nunca lo he entendido.

-Repítelo, conchetumadre-apreté mas el cañón contra la carne-¡Repítelo, mierda!- El pobre tipo tiritaba y no podía emitir palabra. Decidí hacérselo más fácil. Saqué mi antebrazo de su cuello y lo liberé. Pero ahora lo apuntaba al corazón.

-Pégame, gueón – Nunca me había gustado comenzar una pelea. Pero no respondía, no cooperaba con comenzarla.- ¡Pégame, conchetumadre, pégame si eres hombres!- Lanzó un puño que apenas sentí, un poco más abajo del hombro. Era como si una niña me hubiese golpeado. Quería pelear con un hombre, no con una niña. El salón giraba alrededor, la euforia extra en el alcohol comenzaba a hacerme efecto.

Seguramente la pistola aun lo asustaba, la guardé en la parte trasera de mi pantalón.

- ¡Ahora po`, pégame, estoy desarmado, pégame!-la desesperación ganó y el matón me dio un feroz golpe en la nariz. No la rompió, pero la sangre comenzó a brotar de ella. Me había animado a pelear. No me gustaba comenzar los encuentros, pero esta vez quería mover el cuerpo. Esquivé todos lo que lanzaba. Era rápido pero exasperado, aun joven. Con un par de años más sería tanto o más fuerte y bueno para esto que yo, o terminaría muerto con dos balazos en la espalda, por los pacos o por ajuste de cuentas. No calculaba más de 19 años en sus movimientos. Era moreno y su rostro, francamente, era horrible. No ocultaba su labor en la cara.

Esperé. Logré bloquear los golpes más poderosos y los más débiles los recibía como caricias. Pronto me aburrí, le apliqué un trompazo en la cara, un gancho en el estómago, y luego, cuando se agachó por el dolor, un codazo en la cabeza para derribarlo. Quedó tirado en el suelo. A pesar de mis casi 40 años, aun podía vérmelas con esta clase de gente .Tenía la experiencia para derribarlos con pocos golpes mientras ellos se desesperaban, sin darse cuenta de cómo los estudiaba.

Lo tomé en brazos y lo senté en una mesa. Pedí dos cervezas, las más baratas que hubiese. Dejé una frente a su cuerpo, un poco maltrecho, y comencé a beberme la otra. Puse el dinero al lado de su trago. Cuando despertó fue como si todos los soldados del desembarco en Normandía hubiesen caminado sobre su espalda. Me miró y no dijo nada.

-Ahí está la plata. Dile al Negro que gracias.- Empiné la lata - Otra cosa, nunca mas me saques la madre, güeon. La cerveza ya la pagué.- Su labio, en el lado inferior izquierdo estaba sumamente hinchado

-Gr…gr…gracias…- dijo, trémulo. Qué lástima, aun era un muchacho y ya estaba metido hasta las bolas en el lodo de la vida.

-De nada.- Tomé lo que quedaba de cerveza y me marché.


viernes, 27 de agosto de 2010

Ángel

-Nunca había pagado por sexo- dijo, mientras encendía un cigarro y la contemplaba ahí, hermosa y desnuda.

-Todos pagan de alguna forma-le respondió, quitándole ese tubo de tabaco de entre las manos-algunos con amor, confianza, compañía…- lo posó sobre sus labios rojos y exhaló una inmensa bocanada de humo-En fin, todos pagan. Sólo que esta vez te tocó hacerlo con dinero- Le devolvió el cigarro.

Por alguna razón, la cocaína no les había hecho efecto. Un resto de polvo quedaba en una pequeña bolsa plástica sobre el velador que estaba al lado izquierdo, el lado de ella. Sobre la madera aun se veían rastros de dos líneas, como una pista de doble vía camino a ninguna parte. Y ahí, un grupo de billetes apilados.

- Pero en ese caso pagarías amor con sexo, también, o ¿no?-

-Es siempre la misma mierda. Por lo que quieras debes pagar. Trabajas todos los días para recibir algo que crees que mereces, vienes y gastas tu dinero conmigo, y yo pienso que lo merezco. Si te enamoras lo único que haces es pensar que le pagas con la misma moneda a la otra persona, que mereces lo que recibes, hasta que te das cuenta que nunca fue así, que en algún momento uno de los dos quedó sin tomar lo que buscaba- su desencanto por la vida era enorme, a pesar de su corta edad. ¿Tendría cuántos? ¿Unos 20 o 22 años?-

-¿Crees que es tan cruel la vida?-y tomó el cenicero que se encontraba de su lado, apagando lo poco que quedaba del cigarro.- ¿Acaso alguna vez te has enamorado?

-Jajajaja- rió estrepitosamente- aprendí a no enamorarme hace mucho. La vida es mucho más cruel de cómo te la planto, la verdadera vida. No lo que tu haces. Enfundarte y esconderte en cuatro paredes hasta que tus ojos lagrimean, hasta que la sangre se concentra en tu trasero esperando el milagro de la muerte para que todos tus problemas acaben.- Había quedado mirando fijamente una mancha en la pared de la habitación. Era el motel más barato que habían encontrado.- ¿Y tú? ¿Te has enamorado, acaso?

-No sé, no es algo que hable con…-pensó lo que diría durante unos segundos.-

-¿Con una puta?-lo interrumpió, sonriendo.

-Con una desconocida- respondió- Ni siquiera sé tu nombre-esperando una respuesta, sabiendo que nunca se lo daría, que ella no quería que supiese con quien había dormido esa noche.- Una vez, hasta hace seis meses.-lanzó su cuerpo hacia atrás y posó su espalda en el respaldo de la cama.-Duró 3 años, pero al final no funcionó. Creo que ni mi compañía, ni mi amor, ni nada servía para pagarle. Quizás esta estupidez sea tan cruel como dices-dándole la cara, con una mueca en su rostro.

Se levantaron .Ambos se vistieron sin hablar, sin mirarse a los ojos. Él no quería ofenderla con su dinero, no quería denigrar sus besos, sus caricias. Había recibido más que un cuerpo, había recibido el alma de otra persona. Se dio cuenta que no hay nada mas vulgar que intentar comprar la esencia de otro. Puedes comprar su apariencia, su existencia física, pero jamás lograras alcanzar a rozar su espíritu con caras impresas. Ella tampoco lo quería, no lo merecía, había encontrado otro tipo de angustia, una que hace que te odies a ti mismo por tratar de escapar de la monotonía sin tener los cojones para hacerlo, siendo un cobarde que se queja del ser y se da cuenta que siempre fue, siempre ha sido y siempre será, y continúas quejándote sin romper el espejo. Pero sin embargo notó una esperanza imbécil en los ojos de él mientras hacían el amor, un brillo que sin motivos logró despertarla de la abulia. Había sido pagada.

Se detuvieron ante la puerta de la casucha. Ella llevaba los restos de la droga en una mano y en el otro los billetes que había retirado del mueble.

-Esto va a matarnos algún día- apuntando el polvo blanco. Luego se acercó a él y lo besó, puso sus manos sobre sus hombros, luego las deslizó hasta su cara. Ambos cerraron los ojos, sólo sintiendo los labios del otro. Se detuvieron, quedando frente a frente, observándose. Puso el dinero en el pantalón de él sin que lo notara y tomó su mano. Salieron y se quedaron mirando la carretera.

-Me llamo Ángel-dijo.

Él sacó una cajetilla del bolsillo, ofreció uno a su acompañante y sacó uno para sí. Lo encendió y lanzando círculos al aire le dijo:

- Gabriel.

Ella se alejó en la niebla de la noche. Arrojó la bolsa blanquecina sobre la acera. Él la miró desde la puerta de ese antro hasta que perdió de vista su figura en la oscuridad escuchando el sonido de sus tacos contra el asfalto. Acabó el cigarro, lo tiró al suelo y pisó los restos.

Nunca más volvieron a verse.


miércoles, 18 de agosto de 2010

Bebida

Hay que tener mucho cuidado con el alcohol.
A veces se está demasiado sobrio como para escribir y otras demasiado
 borracho como para posarse frente a una máquina.


lunes, 16 de agosto de 2010

Fiebre

Tuvo que rodearla para llegar hasta ella, pues la maldita urbanización había alcanzado ya estos lares de verdes prados y la había transformado en una parte más de la violenta ciudad.

Se acercó con una botella en la mano y tambaleándose. No sé si por el exceso de alcohol o por el exceso de recuerdos .Caminó y llegó al umbral de esta vieja casa campestre, derruida, como su espíritu, por el paso del tiempo. Intentó contener su cuerpo en el aire, cayendo de bruces contra la entrada, despertando por un instante de su sopor.

Se levantó rápidamente, sacudiendo los malos espíritus. Buscó alguna llave o algo como penetrar esa puerta llena de moho, de humedad. Alguna forma cómo violar la madera putrefacta de este refugio, de su antiguo refugio. No encontró nada. Entonces fue que forzó la chapa y entró. Fantasmas de su memoria habitaban el lugar, podía sentir los pasos, la música, el amargo olor a cerveza derramada, a licor barato, a cigarro. La fiebre y la locura que causa todo lo anterior junto y la falta de alguien a quien le importara lo que sentían.

Entonces la contempló, ahí, mirando sin saber qué hacía en ese momento. Pero él si sabía, venía por él, venia a buscarlo. Y aunque no se conocieran, ella se encontraba ahí para llevarlo lejos y sacarlo de este mundo, extender sus alas y escapar de todo ese lodo en el que se encontraba, y aunque sea por unos instantes, sentirse valorado, lejos de la vida, de la grisácea sociedad, de los dimes y diretes, de la eterna duda.

Se acercó a la chimenea y se afirmó en el borde, miró los restos de madera seca, hojas, poemas y sueños que quemaban para no morir de frío ni de soledad en las noches. Podía rememorar esa melodía de blues grasoso, de tristeza. Se dejó llevar por el oído y subió la escalera, pisando cada peldaño, escuchando el crujir de la madera, para él, mucho más fuerte que antes, pero quizás el pasar de los años le había jugado una mala pasada.

Las manchas de sangre seguían demostrando que después del incidente nadie había pisado esas tablas en mucho tiempo. Pasó por el baño, con su puerta aun en el piso y esa maldita gotera que les impedía dormir por las noches .Cuando intentaban dormir, cuando el humo de los inciensos y los alucinógenos no les servían de cuna ni les arropaba como nunca alguien lo había hecho. Entonces el seno materno lo cambiaba por el de ella, y dormía sabiendo que mientras estuviesen ahí nadie les molestaría, pues todos pensaban lo mismo y sentían las mismas cosas en el pecho cuando pensaban en retornar a sus hogares ¡ HOGARES!...para ellos ese era su hogar y el lugar de donde provenían no merecía que lo llamaran así.

Cruzó el pasillo y llegó al dormitorio. Entró, se sentó con la espalda en la pared, al lado de esa cama de bronce, aun con sabanas manchadas con sudor, con el sudor de ellos dos. De un sorbo bebió la mitad del whisky que llevaba, pero no tenía el mismo sabor de antes, de esos tiempos. Ese sabor de “siempre estaremos juntos”, ese sabor de amor juvenil, de sentir el jadeo incesante del otro mientras se besaban. Ahora sabía amargo, agrio, podrido como su alma. Un sabor que no quería sentir, pero sin hacerse caso, con un instinto auto flagelante, lo seguía bebiendo, con esa nota perfecta llamada silencio como telón de fondo de su incesante agonía.

Por la ventana se colaba algo más que el viento, se colaban los recuerdos, entonces un aullido de pistola destruyó la macabra sinfonía, el whisky se mezcló con la sangre y la mano suicida la sostenía aun humeante.

No había nada que hacer, ella ya no estaba.






viernes, 13 de agosto de 2010

Así Nací.

"La vida es una bestia estúpida"  
                                   Stella Díaz Varín.
Era un hombre solo, si, solo .Solo en un bosque, solo en el mundo, solo en la nada. Un animal me perseguía, un animal feroz de esos que tú conoces. Dientes afilados, grandes ojos brillantes, unas inmensas garras de acero que quebrarían mi espina, y un fétido aliento.

Como dije, me perseguía. Yo corría, escapaba de sus fauces, me escondía para no ser devorado. Me oculté tras una araucaria, este gran árbol milenario me refugiaba. Pero la bestia seguía, no se detenía. Su mirada estaba cansada, ya se encontraba hastiado de esta persecución sin sentido, pero su estómago sonaba. El hambre era más fuerte y no hay nada peor que las bestias tengan apetito, ni las lluvias de sangre y fuego.

Por compasión salí de mi escondite. Le lancé mi brazo y él lo devoró, pero su vista decadente nunca cambió, seguía siendo un miserable, éramos dos bestias miserables donde una se entregaba por compasión a la otra. Le arrojé mis piernas y de una sola mordida las engulló.

Observándonos, maldito con maldito, paria con paria, mi compasión mutó a lástima. Podía sentir el reflejo de mi desdicha en la imagen de ese ser irracional llevado por su instinto. Entregué lo que quedaba de mi, torso, un brazo, y toda mi decencia, condenándome para siempre en su existencia. Y así fue como nací.

Hoy leí a Bukowski

Hoy leí a Bukowski en cierto lugar.
Uno que tal vez no recuerdes y nunca quisiste que te perteneciera.
Hoy leí a mi buen amigo junto a una maquina asesina.
Junto con el olor a marihuana que llegaba hasta mí.
Hoy lo leía pensando en nosotros.
Descubrí que el aroma venia de una pareja, ¿sabes?
Mía fue la sorpresa al verlos subir,
alucinando el uno con el otro.
Hoy leí a Bukowski donde te besé por primera vez.
o al menos eso creía hacer.
El mismo idiota de hace mas de dos años se acercó
Me despertó del letargo con la estafa de siempre.
Le di dos monedas y se fue.
Intenté volver a pensar en el fantasma que nunca fui, que nunca seré.
Hoy leía a Bukowski solo y alucinando,
con la boca reseca y mi mirada temblorosa.
Sabes tan bien como yo que no te amé, es un paso más que eso,
Un amor con sabor a cerveza, un retroceso.
Ya no podía seguir, me levanté
 tomando el camino opuesto a esa vez.
Lo recuerdo todo, es extraño, lo sé.
Me pregunté ¿después de eso qué pasó?
Sabemos que cada uno fue feliz
Pero era contigo con quien quería serlo.
Hoy leí a Bukowski y me di cuenta que aun pienso en ti.



Saludos y reverencias.

Saludos y reverencias.


Estimados (solo como apelativo, pues quizás no lo estime):
He decidido adentraros un poco en lo que  trata este blog, o de lo que intenta ser: sólo un reflejo de las reflexiones y pensamientos de cierto personaje, de  cuyo nombre no quiero yo acordarme,  que sin mas reparos a preferido dejarlos al descubierto tan solo como acto liberador y hasta, expiador de culpas.
Sin mas mayores motivos, lean lo que quieran, comenten lo que quiera (nutritivamente, claro está)
y hagan lo que quieran con sus vidas.
Yo me despido siendo un idiota más. En este caso, con blog.